El masoquismo en la vida cotidiana

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El término masoquismo procede de la obra literaria de Masoch, escritor austriaco. En sus libros plantea escenas de castigos dentro de relaciones sexuales. Pero, el masoquismo no sólo comprende la esfera sexual. Por ejemplo, cuando fantaseamos sobre ser perjudicados por otros estamos siendo masoquistas. Esta fantasía tiene dos beneficios, que en general siempre se dan cuando hay masoquismo:

  • Nos colocamos en la posición de «buenos», porque convertimos al otro en agresor o «malo».
  • Sentimos que es legítimo agredir o vengarnos del otro y por lo tanto, lo podemos hacer sin sentir culpa.

En psicología nos referimos con «masoquismo» a la búsqueda activa de sufrimiento, que en un plano consciente o manifiesto genera displacer, pero que en otro inconsciente o implícito genera placer.

A veces, este planteamiento masoquista pasa de ser sólo algo puntual o una fantasía y se convierte en realidad. Podemos llegar a exponernos a una situación de sufrimiento real, no imaginada.

Es importante aclarar, que los comportamientos masoquistas no son necesariamente patológicos. Por ejemplo, la maternidad, tiene un componente masoquista, supone arriesgar y poner en juego la propia vida y seguridad.

Se soporta el dolor porque se espera, consciente o inconscientemente, alguna recompensa mayor. En el caso de las mujeres maltratadas, soportan el dolor, no porque les guste, sino porque creen que tolerando el maltrato conseguirán cosas como «no ser abandonada», «mantener a la familia unida», «que él finalmente cambie y la quiera como ella desea». Como ocurre en la trilogía de 50 sombras de Grey. Ella soporta esa relación de sufrimiento porque cree que así conseguirá que él finalmente cambie.

Siempre hay diferentes motivaciones que se dan a la vez para explicar la aparición de conductas masoquistas. Por ejemplo, imaginémonos a una persona que decide acudir a una ONG conmovida por el sufrimiento de otros. Aunque es una conducta altruista, esta persona puede obtener otras beneficios de ella como puede ser sentirse mejor persona (autoestima) o colocar su curriculum en la organización.

¿Qué motivaciones puede haber?

  • Conseguir autoestima: Podemos sentirnos mejores/superiores a través del sufrimiento o la privación. En estos casos se puede esperar que los demás nos valoren en función de la cantidad de sufrimiento por el que pasemos. Por ejemplo, un asceta que quiere demostrarse que es mejor que los demás y para ello se aísla en la montaña y se priva de comodidades. Más habitual es cuando nos sentimos orgullosos de algo por el sufrimiento que ha supuesto más que por el resultado, en el trabajo, por ejemplo.
  • Sentir protección: Podemos buscar el rol de sufridor ante personas que nos impongan o nos den miedo para sentirnos protegidos. Intentamos aplacar ese miedo inspirándoles lástima o poniéndonos en un rol de inferioridad menoscabando nuestras capacidades y posibilidades.
  • Sentirnos deseados: Podemos percibir que la violencia del otro sobre uno mismo es una expresión de lo mucho que nos desea. Por ejemplo, cuando nos produce excitación un mordisco.
  • Aliviar la culpa: El sufrimiento, las renuncias o las auto-agresiones son formas de mitigar la culpa. Por ejemplo, se ha estudiado en las familias en las que hay un hermano con discapacidad y otro sobresaliente. El hermano sobresaliente o la persona afortunada, se siente culpable del sufrimiento del otro y lleva a cabo conductas de expiación. Empezando a sacar malas notas o a pelearse con compañeros de clase.
  • Sentirnos queridos: Podemos interpretar el sacrificio como un sinónimo de que queremos o nos quieren. Sentiríamos que sufrir por el otro nos asegura que va a permanecer a nuestro lado. Por ejemplo, cuando en una pareja uno siempre es «el fuerte y el inteligente» en detrimento de la fuerza y la inteligencia del otro.

 

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